jueves, 1 de diciembre de 2016

TECNOLOGÍA WEARABLE

La industria de la moda nunca se ha mostrado tan proclive a elaborar ropa adecuada a la época digital como ahora. Se trata de la tecnología usable, una tendencia que resalta el lado glamouroso de la tecnología y que está haciendo tambalear en el horizonte la vigencia de los dispositivos móviles. Ropa y accesorios con iluminación LED o que muestran emociones, camisetas que monitorizan el ritmo cardíaco, tintes electrónicos, gafas con las que compartir imágenes… No, no es ciencia ficción: la tecnología es, cada vez más, el nuevo complemento diario de nuestro armario. Como si los objetos que deberían permanecer inmóviles en él estuviesen adquiriendo vida. Se trata de una nueva ola tecnológica que traslada funcionalidades -hasta ahora privativas de las pantallas- a prendas y accesorios. Y es que parece que vestidos de tecnología nos encontrará el futuro. De momento, desde el presente sólo se construyen prototipos que es probable en algunos años sean algo corriente, pero que hoy no dejan de asombrarnos en tanto parecen una visión de futuro comparable a la de Walt Disney, en la que las cosas interactúan con las humanos.
Lo primero en sacudir las bases de lo conocido fueron las Google Glass y, tras ellas, los relojes inteligentes. Las primeras supusieron un cambio de paradigma, ya que intervienen en la percepción de quien las lleva y son un dispositivo de realidad aumentada. Pero también son revolucionarias porque intervienen en la apariencia.
Eso sí, aunque Google ha tratado de naturalizarlas en cientos de eventos, aún resultan algo extrañas en su diseño. Quizás por ello, hayan decidido presentarlas en la Semana de la Moda de Nueva York en 2012 de la mano de Diane Von Furstenberg -aunque con un efecto más tecnológico que glamouroso- y hayan lanzado la colección Titanio, un set de cuatro marcos con el propósito de hacerlas algo menos nerdy y un poco más trendy.


Tecnología wearable
Sin embargo, el territorio de las pasarelas ya había mostrado su disposición a dejarse invadir por la tecnología. La firma Cutecircuit ha sido una de las adelantadas en esa incursión. En sus líneas figuran chaquetas y vestidos con luces LED que cambian de colores, un vestido que publica tweets y camisetas conectadas a internet que cambian su diseño en función de las actualizaciones de Facebook. Luego llegaron las zapatillas inteligentes de Google y Adidas, que miden la velocidad, detectan el tipo de actividad que realiza el usuario, se contactan vía bluetooth con el móvil, acceden a los contactos y además pueden hablar a través de un repertorio de 250 frases, entre ellas: “Si estar de pie fuese un deporte, tu serías el Campeón Mundial”.
Otro de los avances son las prendas que protegen del sol, como las de Under Armour, marca creada por el jugador de fútbol americano Kevin Plank, quien notó que en los partidos su camiseta convencional se volvía pesada por el sudor. Por eso creó una serie de camisetas con un sistema de transpiración que mantiene el cuerpo seco y fresco además de prestar protección solar y reflectividad de 360º, para correr de forma segura en condiciones de poca luz. En esta línea, también existe un biovestido que, gracias a su tejido de fibras de bambú, protege de alergias y rayos UV, absorbe la humedad del cuerpo y la evapora. Además, sus estampados cambian de color con la luz solar. También existe el brazalete June de Netatmo, que mide el impacto de la exposición al sol sobre la piel haciéndonos saber si ya hemos recibido suficientes rayos UVA en el día. Por supuesto, no nos podemos olvidar de la “ropa tecno” al servicio de la salud., pues ya existen camisetas que miden el ritmo cardíaco y permiten a los médicos hacer un seguimiento a sus pacientes en tiempo real.
Otra curiosidad es el bolso que limita el gasto, lanzado por la firma australiana Credit Card Finder, capaz de rastrear lo que uno gasta a crédito. También se conecta a un reloj que puede ser programado para mantenerlo cerrado en las “horas vulnerables” del día. Además, cuando una entra a “la zona peligrosa” de las compras, el bolso se ilumina con una luz de alerta LED encendida por un chip con tecnología GPS. Incluso se puede elegir a alguien para que reciba un SMS si se tiene una recaída consumista. Y, si bien es un producto que en cierto modo está en contra de la moda al evitar el gasto, sirve como ejemplo de lo que sucede cuando la tecnología se combina con la moda para resolver una necesidad práctica.


Tecnología wearable
Finalmente, y para las más románticas, gracias a las camisetas HUG –nombradas como una de las mejores invenciones por la revista Time-, ya se puede enviar y sentir un buen abrazo, incluso a la distancia. Y, si hablamos de amor, no podemos dejar de mencionar el sujetador True Love Tester, del que te hablamos hace unos días.
Estos ejemplos nos demuestran que la era de los appcesorios ya ha comenzado. De hecho, se estima que la demanda de datos en tiempo real y de la wearable technology crecerá desde los 14 millones de unidades registrados hace un año hasta los 171 millones en 2016, según un estudio de la consultora IMS Research, que indica que en los próximos tres años el mercado de dispositivos inalámbricos wearables generará unos 6.000 millones de dólares. Sin embargo, la tecnología “vestible” aún no ha encendido las pasiones de las masas. Quizás las bandas de marcas como Nike resulten llamativas para los fanáticos de hacer ejercicio, pero dado el escaso éxito comercial de algunas propuestas, deberíamos preguntarnos si esta tendencia es sólo una moda o ha venido para quedarse. Y parece ser que se trata de lo último. Además, subyace la pregunta de si esta explosión de ropa inteligente provocará un auge equivalente en el mundo de las apps.
Hasta ahora, la escasez de aplicaciones para los equipos más innovadores ha sido un importante déficit para su expansión si las comparamos con las más de un millón de apps alojadas en las tiendas Apple y Google Play. Sin embargo, se espera que la proliferación de dispositivos para llevar puestos en los próximos tres años se vea acompañada de una explosión similar de aplicaciones móviles de todo tipo y que la tecnología wearable será responsable de la mitad de las interacciones que realicen las apps en el 2017. Eso sí, tras estos desarrollos se cuelan varias incógnitas sobre los problemas de privacidad, la capacidad del usuario para manejar tanta información y el efecto en las relaciones personales que pueda tener la abundancia de dispositivos. Pero eso es un debate aparte. 

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